Ya vendrá un perro más fiero
Hay quienes especulan con el derrumbe de Estados Unidos como hiperpotencia. Sería mejor que pensaran en cómo asegurar que quien ocupe su lugar defienda las democracias liberales.
Estados Unidos se tambalea, como el Imperio Británico después de la guerra de los boers. Pero no hay que regodearse.
Si quieren saber cómo era Londres en 1905, vean cómo está Washington en 2005. Con gravedad imperial y tremendamente convencido de su importancia. Esa sensación de ser el centro del mundo y necesitar saber lo que ocurre en todos los rincones porque es posible que le pidan —o, al menos, que se sienta llamado— a intervenir. La hiperpotencia. El perro más fiero. Y, sin embargo, royendo bajo la superficie, el miedo persistente a que la supremacía mundial que posee no esté, ni mucho menos, tan segura como le gustaría. Como dijo en 1902 el ministro británico de las Colonias, Joseph Chamberlain: "El titán cansado se tambalea bajo la esfera desmesurada de su destino".
Ahora, Estados Unidos es ese titán cansado. En el caso británico, la angustia nació de un conflicto inesperadamente prolongado, sangriento y costoso —la guerra de los boers, en la que un pequeño grupo de rebeldes extranjeros desafió al Ejército más poderoso que había visto el mundo—, la preocupación por el creciente poder económico de Alemania y Estados Unidos y una combinación de agotamiento imperial y problemas socioeconómicos en casa.
En el caso de Estados Unidos, la angustia es resultado de un conflicto inesperadamente prolongado, sangriento y costoso —la guerra de Irak, en la que un pequeño grupo de rebeldes extranjeros desafía al Ejército más poderoso que ha visto el mundo—, la preocupación por el creciente poder económico de China e India y una combinación de agotamiento imperial y problemas socioeconómicos en casa.
Irak es la guerra de los boers de Estados Unidos. Recordemos que, cuando Gran Bretaña declaró el fin de las grandes operaciones de combate, en el verano de 1900, los boers emprendieron una campaña guerrillera que mantuvo en vilo a los soldados británicos durante dos años más. Si éstos consiguieron vencer fue sólo gracias a una actitud despiadada que —me alegra decir— un país democrático, escrupuloso y esencialmente anticolonialista como Estados Unidos parece incapaz de tener. Al final, Londres contaba con 450.000 soldados británicos y coloniales en la zona (frente a los 150.000 soldados estadounidenses en Irak) que encerraron aproximadamente a la cuarta parte de la población boer en campos de concentración, donde muchos murieron.
China e India son para Estados Unidos lo que Alemania y Estados Unidos eran para Gran Bretaña hace 100 años. China es la segunda economía consumidora de energía del mundo, después de Estados Unidos. Además posee la segunda reserva de divisas extranjeras, después de Japón y por delante de Taiwán, Corea del sur e India. En esta lista, Estados Unidos está en noveno lugar, detrás de Singapur y delante de Malasia. Según algunos economistas, el índice de ahorro neto real de Estados Unidos es cero.
Todo esto no quiere decir que Estados Unidos vaya a derrumbarse mañana, ni mucho menos. Al fin y al cabo, el imperio británico duró 40 años más después de 1905. Es más, alcanzó su máxima dimensión después de 1918, antes de que firmara su sentencia de muerte al invertir su sangre y su dinero en derrotar a Adolf Hitler (hay otras maneras peores de morir).
Ahora es de imaginar que el imperio informal de Estados Unidos, su red de bases militares y semiprotectorados, va a seguir creciendo. Estados Unidos, como la Gran Bretaña eduardiana, posee todavía tremendos recursos económicos, tecnológicos y militares, atractivo cultural y, cosa importante, el deseo de seguir en la cima. Como proclamaba una cancioncilla en una revista musical inglesa de la época: "Tenemos intención de seguir siendo el perro más fiero. Guau, guau / Sí, señor, tenemos intención de seguir siendo el perro más fiero".
Hoy no hace falta buscar mucho para oír ese estribillo en Washington. La estrategia de seguridad nacional del gobierno de Bush no oculta su objetivo de conservar la supremacía militar. Ahora bien, no se sabe si el "siglo americano" que comenzó en 1945 durará hasta 2045, 2035 o sólo 2025, pero su final se vislumbra ya en el horizonte.
Si resulta que ustedes son de los que, de forma instintiva, consideran que eso es motivo para alegrarse, párense un momento a pensar y tengan en cuenta dos cosas: la primera, que las oscilaciones de poder entre las grandes potencias en ascenso y en decadencia han ido tradicionalmente acompañadas de guerras terribles, y, segunda, que el próximo perro más fiero puede ser mucho peor.
Así, pues, no es momento para alegrarse del mal ajeno. Es hora de una solidaridad fundamental. Algunas personas con visión de futuro en Washington están empezando a formular una estrategia a largo plazo para tratar de crear un orden internacional que proteja los intereses de las democracias liberales incluso después de que entre en declive la hiperpotencia estadounidense y para intentar que las nuevas potencias como China e India se comprometan a mantener dicho orden.
Eso es lo que tiene que hacer el titán cansado de hoy, y todos debemos ayudarlo.
Fuente: Clarín y Timothy Garton Ash
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