¿Este es el país de trabajar gratis?
Hace unos días una conocida conductora de programas periodísticos comentó en TV la mala costumbre que se ha instalado en la sociedad de pretender que se trabaje gratis o con promesas de pago futuro. Ella puso como ejemplo a las empresas que la "invitan" (se rehúsan a pagar un presentador o un locutor oficial) a hacer la presentación de un evento, pero también entran en la bolsa los médicos que atienden enfermos sin cobrar un peso o los docentes que trabajan por migajas.
Incluso, según dijo la conductora, algunos han llegado a ofenderse al percibir que pretendía una paga por ejercer el trabajo de hablar dos o más horas frente aun público de 200 o 300 personas, como si esto fuese algo indecente o inapropiado. Esto no escapa a lo que nos toca vivir diariamente: miramos con buenos ojos y vemos como que “está bien” trabajar sin cobrar, cuando es la situación más injusta e inhumana.
Un abogado, un médico o una enfermera pueden no cobrar ante una persona carente de recursos, desesperada o indigente pero de ahí a que se instale la idea de que esas profesiones son por puro apostolado, hay una diferencia bien grande. A trabajar para vivir estamos obligados todos, pero a hacer labor voluntaria no estamos obligados sino que es una elección personal.
Hace poco, una persona interesada en iniciar un grupo de emprendedores activos me invitó a participar de su proyecto (si, invitar, o al menos eso sugirió al usar tres veces la palabra "gratis"). Ahí recordé a la conductora de TV y utilice sus palabras: “¿vos me estás invitando o me estás contratando? Porque si me invitas a participar del grupo te digo que no porque yo ya tengo una actividad propia, pero si vos querés que yo vaya a tu grupo y coordine actividades o de “clases” tenemos que hablar en otros términos, porque gratis yo no trabajo”.
Esta persona no se ofendió abiertamente pero no me ha vuelto a llamar ni me ha venido a ver nuevamente por el proyecto. Mas claro que el agua: buscaba un/a idiota-útil que le trabaje gratis.
Ahora la ofendida, dolida e indignada soy yo. Y me ha movido a reflexionar qué modelo social nos han inculcado, qué desconsideración al tiempo y esfuerzo del otro se ha instalado entre nosotros al punto que no queremos darle un valor y pagar por un bien supremo como es el trabajo. Me pregunto qué destino podemos tener como sociedad y como nación si se ha quitado el valor económico del trabajo.
Opinión de Maria Beatriz
FUENTE: Guía del Emprendedor (guiadelemprendedor@gruposyahoo.com.ar) |